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ORACIÓN DIARIA

ACTO DE ADORACIÓN

Te adoro, oh Señor, todo lleno de fe y humildad, tú eres mi refugio, mi esperanza y mi amor, tu eres Jesucristo, verdadero hijo del Eterno Padre y verdadero hijo de María Virgen. Yo te adoro bajo las especias eucarísticas, verdadera, real y sustancialmente presente en Cuerpo Sangre Alma y Divinidad.

OH BENIGNÍSIMO SEÑOR

Oh benignísimo Señor y Redentor amadísimo de mi alma, creo que estas verdaderamente presente en la ostia adorable, verdadero Dios y verdadero hombre. Junto con el Padre, y con el Espíritu Santo. Por eso te adoro con todos los obsequios más sinceros mi corazón, y uno mis oraciones a todas las oraciones que te son rendidas por todos los santos en el cielo y por todos los justos en la tierra.

Te agradezco, mi Jesús, y conmigo invito a todas las creaturas del cielo y de la tierra, a agradecerte por la caridad inmensa que tuviste al encarnarte y morir por mí, al quedarte como alimento y fortaleza en el divino sacramento de la eucaristía hasta la consumación de los siglos.

Me acuso y lleno de confusión, me arrepiento de todos mis pecados y como he podido ofenderte ¿o bondad infinita?

A ti consagro mi alma y mi cuerpo, mi facultades y sentimientos de todo cuanto tengo cuando soy, cuanto puedo, sea tuyo y no mío este pobre corazón.

Te pido por eso bien que me concedas una viva fe, una firme esperanza, una ardiente caridad. Una contrición amarga, el gran don de la perseverancia final.

Te pido que me socorras en mis necesidades espirituales y corporales y de aquellos de mi comunidad y de mi familia, que confirmes en tu gracia los justos, que conviertas a los pecadores, que consueles a los afligidos, que confortes a los agonizantes, que tengas piedad de las almas del purgatorio, por las cuales te ofrezco los méritos de tu preciosísima sangre.

ORACIÓN AL BEATO PADRE SANTIAGO CUSMANO

Amadísimo padre Santiago Cusmano, que consagraste tu vida en el amor y en el servicio de Cristo en la persona de los pobres, enséñanos a actuar en nuestra vida el “mandamiento nuevo” del Señor, mediante la práctica amorosa de las obras de misericordia, ayúdanos a descubrir la alegría en el servicio; para llegar “a la fe por medio de la caridad” líbranos de sentirnos tan pobres de no poder dar nada o tan ricos de no poder recibir nada.

Haznos capaces de comparar con los demás lo que somos y tenemos en espíritu de auténtica comunión. Concédenos que amando y sirviendo como tú, a ejemplo del Cristo, escondido en el misterio de los pobres, Podamos un día contemplarlo y poseerlo para siempre contigo en la casa del Padre. Amén.

ORACIÓN PARA LAS VOCACIONES.

Oh Jesús dulcísimo, que consideras hecho a ti mismo hasta el más mínimo acto que se ofrece a los Pobres y que inspiraste una caridad sin límites al corazón de nuestro Fundador el Beato Santiago Cusmano, envía a esta Santo Instituto, almas que comprendan bien la sublimidad de su vocación.

Almas de fe que te vean y te amen en cada Pobre, en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez.

Almas generosas desapegadas de todo que ofreciéndose en holocausto puro, no se detengan delante del sacrificio, sino que se lancen con ardor y traten a los Pobres, con aquella tierna y religiosa reverencia que usarían si estuvieran en contacto de tu Divina Persona.

Almas iluminadas, que consumando su existencia en la oscuridad de un asiduo trabajo, sirviendo a huérfanos, pobres, y enfermos, comprendan el fin nobilísimo de seguir tus huellas sagradas: cuidar y sanar los cuerpos para atraer las almas a Ti.

Oh Jesús, que de hace tiempo nos diste el don de la sublime de la vocación, reaviva nuestra fe, reenciende el ardor del primer espíritu, que nos animó a seguirte para que podamos acelerar nuestros pasos hacia la meta gloriosa destinada a las almas que se han inmolado perfectamente al servicio de los Pobres. Amén.