Nuestra misión
"El carisma cusmaniano se concretiza en las Obras de Misericordia:
en el Pobre abandonado está Jesús sufriente".Beato Santiago Cusmano, Fundador
Creer y amar las realidades dinámicas
En la fe, la propia búsqueda no es una lucha vana ni un trabajo inútil, es ya una recompensa, infunde serenidad, da una primera certeza.
Creer y amar son, de hecho, realidades dinámicas que no terminan con la posesión, sino que siempre te empujan más allá.
Por su propia naturaleza están siempre en movimiento, en tensión, en crecimiento.
Por eso la indiferencia, la inercia, la ausencia de expectativas y la búsqueda de la esperanza son enemigas de la fe y del amor.
Jesús escondido en los pobres
El Siervo Misionero de los Pobres (boconista), inspirado en el Beato Santiago Cusmano, comparte su vida con los pobres; su tiempo, su atención, sus bienes materiales.
La pobreza en la Palermo del siglo XIX inspiró y orientó este carisma y todavía hoy las múltiples formas de pobreza son el «lugar» donde los misioneros boconistas viven la centralidad de su misión; descubrir y servir al mismo Jesús escondido en los Pobres, como exhortaba el Padre Santiago: «¿Quieres ver a Jesús? Ahí está en los pobres».
Motivados por la promesa del Señor que dijo: «cuantas veces lo hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis». (Mt 25,40), los Siervos de los Pobres abrazan el deseo de una caridad sin límites en las obras de asistencia, en las parroquias, en las capellanías y en la convivencia.
Volverse pobre
Para estar cerca y ser solidarios con los pobres, comprendiendo sus dificultades y sufrimientos, los religiosos Siervos de los Pobres optan por vivir con sobriedad y sencillez.
Refiriéndose a la experiencia de Jesús, que «no retuvo un privilegio ser como Dios, sino que se despojó de sí mismo, tomando la forma de siervo» (Fil 2, 6-7). Su humilde entrega total inspira de manera especial a los religiosos boconistas y los predispone a vivir esta condición como un acto libre de amor que da el debido valor a la mejor parte, a los elementos fundamentales de la existencia humana.
El voto de pobreza, sostenido por la obediencia y la castidad, determina al religioso boconista como un siervo despojado de sí mismo, que experimenta en su vida terrenal los sorprendentes beneficios de la Divina Providencia.
Un llamado para todos
La fe en Jesucristo abre el corazón a Dios y al amor al prójimo.
Ser cristiano implica necesariamente amar y trabajar en la caridad para vivir plenamente el mandamiento del Señor. Por ello, el carisma de los Misioneros Siervos de los Pobres no tiene carácter exclusivo, sino que suscita la conciencia de una llamada universal.
Todos, sin distinción alguna, pueden colaborar en la misión de los religiosos boconistas. En primer lugar, con la oración, para que el carisma se consolide en quienes lo viven, sea fecundo y se desarrolle también con nuevas vocaciones. De manera más personal… si uno siente en su corazón la llamada a un amor radical por los últimos, adhiriéndose, ofreciendo y consagrando su vida en la familia de los Siervos de los Pobres. Por último, económicamente apoyando las iniciativas y obras de la Congregación, ofreciendo «bocados» para los pobres de todo el mundo.