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La Asociación Giacomo Cusmano en el ejercicio de la caridad sin límites

«La Asociación Giacomo Cusmano es una asociación pública de laicos llamados a seguir el ideal cusmaniano de propagar la fe a través de la caridad».

Comienzo recordando el artículo 5 de los Estatutos de la Asociación Giacomo Cusmano, aprobado e impreso en 1990, para subrayar la importancia del laico cusmaniano que, además de vivir según lo definido, muy claramente, por la Constitución Dogmática Lumen Gentium como bautizado dentro del Pueblo de Dios, asume también el compromiso de formar parte de la Familia Cusmaniana, compartiendo con ella el espíritu del Fundador y que es vivir de manera particular su propia fe en el ejercicio de la «caridad sin límites».

Por ello, me parece acertado comenzar esta reflexión partiendo de la idea que Santiago Cusmano tenía del laico en su Obra, con qué espíritu y alma quería dotarlo, qué tareas y métodos de acción quería confiarle y, finalmente, qué lugar quería darle dentro del Boccone del Povero (Bocado del Pobre).

Santiago Cusmano nació en Palermo en 1834 y murió en la misma ciudad en 1888, por lo que su experiencia humana, social y eclesial, de la que tomó forma una acción concreta y específica en favor de los más pobres, maduró en un momento en el que empezaba a surgir un nuevo compromiso de los laicos dentro de la Iglesia. De hecho, a las cofradías y terceras órdenes medievales se sumaron compañías, oratorios y diversas asociaciones en las que también se introdujeron las mujeres y comenzaron a participar activamente en el apostolado.

Con el Concilio Vaticano I, que comenzó en junio de 1868 y se interrumpió en 1870, hubo un reconocimiento oficial del laicado. Por otra parte, en Sicilia, en la segunda mitad del siglo XIX, se perciben nuevas necesidades en el ámbito de la organización del laicado católico. Las antiguas formas, cofradías y congregaciones del espíritu, destinadas a preservar la vida religiosa de los fieles, ya no responden a los nuevos tiempos, que exigen también el compromiso y la colaboración activa del clero. Así nació el Movimiento Católico en Palermo en los años 70, un poco más tarde que en el norte, comprometido con la defensa de la religión frente a un Estado cada vez más hostil. En 1863, Melchiorre Galeotti fundó la Società del Catechismo (Sociedad del Catecismo) y al año siguiente la Associazione Cattolica di San Francesco di Sales (Asociación Católica de San Francisco de Sales) con el objetivo de defender la fe católica y promover la buena prensa, mientras que en 1872 se creó en Palermo el primer círculo de la Società della Gioventù Cattolica (Sociedad de la Juventud Católica).

En la misma época nace la Pía Unión de las Hijas de María, una verdadera innovación para el laicado femenino, creada para contrarrestar la invasión del Estado liberal.

Sin embargo, hay que subrayar que el laico del segundo siglo XIX siguió siendo siempre un bautizado de segundo orden y principalmente un ejecutor de las directrices de la jerarquía.

En este contexto, el 21 de febrero de 1867 se fundó en Palermo la Associazione del Boccone del Povero (Asociación del Bocado de los Pobres), antes de que existieran verdaderas asociaciones de laicos, implicando a clérigos y laicos en un proyecto eclesiástico muy innovador. Una nueva propuesta de vida eclesial basada en la caridad que implica a todos los componentes del pueblo de Dios a nivel diocesano. Fue un verdadero proyecto eclesial que unió a todos, empezando por el Arzobispo que lo aprobó y bendijo el 5 de agosto de 1868, lo erigió como Institución canónica el 8 de diciembre de 1868 y lo dio a conocer posteriormente en una carta pastoral enviada el 6 de abril de 1869.

Cusmano identifica el “Bocado” como un ejercicio de caridad, invitando a ir más allá de la tradicional limosna de los ricos a los pobres y proponiendo la comunión y el compartir el proprio alimento cada día. De ahí la analogía con el Bocado Eucarístico, que permite experimentar la verdadera comunión en torno a Jesús, verdadero cordero sacrificado y alimento de toda criatura. A partir de este concepto de bocado eucarístico, el padre Santiago indica una Iglesia de comunión que se renueva a través de la caridad. En esta visión de la comunión todos encuentran su lugar, nadie queda excluido, tanto el obispo y el sacerdote como el laico creyente y no creyente. Su proyecto se dirige a todos y a todos los niveles, superando todas las barreras civiles y sociales, manteniendo el objetivo de ayudar, apoyar y acercar a los pobres a Dios con un proyecto de evangelización y salvación que incluye a ricos y pobres, todos salvados en virtud de un gesto de amor.

En esta nueva imagen de la Iglesia, Cusmano propone una nueva visión del laico, que también participa a varios niveles en la construcción de la Iglesia – Caridad. Por tanto, el laico ya no es un simple benefactor, que da limosnas y voluntades a los pobres, sino un cooperador de pleno derecho.

La Asociación del Bocado del Pobre fue, pues, un estímulo para una mayor conciencia religiosa y social de un laicado comprometido en estrecha colaboración con el clero.

De hecho, en la primera reunión de la Asociación, celebrada el 12 de mayo de 1867 en los locales de la iglesia de los Santos Cuarentas Mártires, la mayoría de los presentes eran laicos y algunos de ellos fueron llamados a formar parte de la junta directiva. Los miembros se dividían en “simples”, que se ocupaban de conservar los bocados, y “activos”, que a su vez se dividían en “recolectores”, porque se encargaban de recoger los bocados, y “distribuidores”, que se encargaban de la distribución. También estaban los colaboradores, los que prestaban servicios en las casas de los pobres, y las mujeres pías cooperadoras, las que acompañaban, aconsejaban y educaban a los pobres.

Desgraciadamente, sabemos muy bien que después de los años dorados de la Asociación del Boccone del Povero a partir de 1878, fue golpeada por una grave crisis y que la Obra Cusmaniana se recuperó más tarde con la fundación de las Hermanas Siervas de los Pobres en 1880, los Hermanos Siervos de los Pobres en 1884 y los Misioneros Siervos de los Pobres en 1887. En este punto parece que los laicos ya no fueron tenidos en cuenta en este nuevo enfoque de la Obra del Boccone del Povero. De hecho, sabemos que no es así porque en octubre de 1882 Santiago Cusmano fundó las Damas de la Caridad en Girgenti y según su pensamiento debían surgir en cada casa de las Hermanas Siervas de los Pobres, de hecho en 1883 nacieron en Valguarnera, en 1884 en San Cataldo y en 1885 en Palermo. Al igual que las Damas, en las casas masculinas del Bocado del Pobre, Cusmano pensó en una congregación de caridad para hombres y planeó su realización en 1886 en San Giuseppe Jato, pero su proyecto no se llevó a cabo.

Son muchos los laicos, hombres y mujeres que, de diferentes maneras, se han dedicado a servir a los pobres, siguiendo el proyecto del padre Santigo. Recordamos a Giuseppa Palmeri, la condesa Herbert, el farmacéutico Vincenzo Rizzo, los abogados Giovan Battista Guarnaschelli e Ignazio Caputo, el matrimonio Montana, Salvatore Celestre, el barón Tomasini, el barón Starrabba. A estos y a muchos otros los siguió directamente y los acompañó en su formación espiritual y en el servicio a los pobres, encomendándoles tareas de diversa índole según sus capacidades y habilidades.

Después de la muerte de Cusmano, los laicos siguieron presentes en las casas boconistas, e incluso después, en el futuro, sus hijos e hijas espirituales continuaron acogiéndolos, formándolos e implicándolos en las numerosas actividades caritativas, obviamente sin ninguna organización laica, y esto sucedió durante muchos años.

El Concilio Vaticano II, convocado en 1959, inaugurado en 1962 y concluido en 1965, relanzó el papel de los laicos en la eclesiología y, en particular, la Constitución Dogmática Lumen Gentium definió su naturaleza. El número 31 de la LG dice: «Por el término «laicos» se entiende todos los cristianos, con exclusión de los miembros del orden sagrado y del estado religioso sancionado en la Iglesia, es decir, los fieles que, incorporados a Cristo por el bautismo y constituidos en pueblo de Dios y, en su medida, hechos partícipes del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, cumplen por su parte en la Iglesia y en el mundo la misión propia de todo el pueblo cristiano». El concepto de laico es retomado por el Decreto conciliar Apostolicam Actuositatem y de él tomamos una parte del n. 4 que dice: «aquellos laicos que, siguiendo su vocación particular, son miembros de alguna asociación o instituto aprobado por la Iglesia, deben esforzarse por asimilar fielmente la espiritualidad que les es propia».

A partir de este Magisterio, en el período postconciliar nació una nueva conciencia y una nueva identidad del laicado, que favoreció el incremento de la acción de los laicos en el seno de las comunidades parroquiales, agregaciones, asociaciones y movimientos.

Esta nueva visión de la Iglesia planteó la cuestión de la presencia de los laicos dentro de la Obra del Bocado del Pobre entre los miembros de la Familia Cusmaniana y, en particular, Sor María Teresa Falzone, historiadora y gran estudiosa de Cusmano y su Obra, comenzó a replantear una nueva organización del laicado cusmaniano. Habiendo obtenido el permiso de los Superiores Generales de las dos Congregaciones y con la participación de algunos misioneros y hermanas, comenzó esta nueva misión partiendo de los laicos presentes en ese momento en las Comunidades religiosas, mientras se acercaba a otros, reproponiéndoles el mensaje de caridad sin límites del Fundador y asegurándose de que lo vivieran de nuevo en forma asociativa. 

El 14 de marzo de 1979, con la adhesión del primer grupo de asociados laicos, formado en la Casa de las Niñas de Terre Rosse en Palermo, se reanuda oficialmente la presencia laica en la Obra Cusmaniana.

Posteriormente los centros se multiplicaron: 1980 Santa Ninfa (TP), 1981 Palermo via Pindemonte, 1983 Palermo corso Re Ruggero, 1984 Giarre (CT) y Grotte (AG), 1985 Valguarnera (EN) y Mazzarino (CL), 1987 Roma, 1991 San Cataldo (CL) y Calatafimi (TP), 1992 Mazara del vallo (TP), 1994 Camastra (AG) y Partanna (TP), 1997 Savoca (ME), y en 2001 Palermo «Cuore Eucaristico di Gesù». En años posteriores, algunos de estos centros se fusionaron, como Palermo via Pindemonte y corso Re Ruggero, Santa Ninfa y Partanna, mientras que otros se extinguieron, como Palermo Terre Rosse, Grotte, Calatafimi y Mazzarino.

Esta es la presencia italiana, pero al mismo tiempo la Asociación se fundó en Brasil donde actualmente hay 5 centros: Joaçaba-SC, Campina do Siqueira y Pilarzinho en Curitiba-PR, Igarapé-MG y Nova Brasilândia-MT; México con 2 centros actualmente suspendidos; la República Democrática del Congo tiene actualmente 2 centros: uno en Kinshasa y otro en Kananga; Filipinas donde se fundaron dos centros y posteriormente se suspendieron; mientras que se está creando un centro en la India donde los Siervos Misioneros de los Pobres trabajan desde hace algunos años.

La Asociación Giacomo Cusmano, que hoy cuenta con unos 500 miembros, obtuvo el 26 de abril de 2006, con el Decreto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el reconocimiento de la Santa Sede como «Opera Propria» de las dos Congregaciones religiosas de los Misioneros Siervos de los Pobres y de las Hermanas Siervas de los Pobres. Posteriormente, el 17 de febrero de 2011, la realidad italiana obtuvo el reconocimiento jurídico como Asociación ONLUS con la inscripción en el registro de Asociaciones sin ánimo de lucro.

Hoy, más que nunca, el mensaje de la Iglesia-Caridad de Cusmano es más actual que nunca. Basta pensar en el magisterio de los Papas de las últimas décadas para comprender cómo la Iglesia invita a todos los creyentes a un servicio concreto y a un compromiso común en favor de los que sufren o están marginados.

El Papa Francisco comenzó su ministerio con la exhortación apostólica Evangelii Gaudium con la que indica la misión y el compromiso de todo bautizado. En particular, con respecto al servicio de los pobres, el Papa exhorta: “Todo cristiano y toda comunidad están llamados a ser un instrumento de Dios para la liberación y la promoción de los pobres, para que puedan integrarse plenamente en la sociedad”.

De este modo, el Asociado Cusmaniano laico se compromete a hacer de su propia vida un don para los demás, haciendo suya la enseñanza de Jesús: «Todas las veces que lo hiciste con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hiciste», comprometiéndose así en un camino de formación espiritual que le permita tomar conciencia del servicio a los demás y del sentido del amor cristiano que le lleva a una acción concreta a favor de los que ocupan las periferias.

En particular, hoy el Asociado, deseando vivir el mensaje de la caridad sin límites del fundador marcado por la práctica del Bocado, se compromete:

– cuidar y ayudar a las personas enfermas, ancianas o necesitadas;

– en la intervención en situaciones particulares de angustia encontradas en el área de acción;

– en el sostenimiento de familias que están en peligro económica y moralmente;

– recuperar fondos para apoyar proyectos misioneros y adopciones a distancia;

– Acompañar a los que están desprovistos de todas las necesidades y reintegrarlos en la sociedad.

Convencidos de que seremos juzgados por el amor que sepamos dar a nuestros hermanos, cada miembro se compromete personal y comunitariamente con pequeños gestos cotidianos que recuerdan el sentido original del Bocado, dando cada uno algo, incluso su propio tiempo, su creatividad y su competencia, consciente de que juntos podemos hacer mucho.

Giuseppe Bellanti

Presidente General

Asociación Giacomo Cusmano

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