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El Pobre: el escondite de Cristo

El volumen “El escondite de Cristo. La concepción del Pobre como sacramento en la obra de Santiago Cusmano «nació de una investigación realizada durante dos años y medio por la profesora Lorella Parente sobre la figura y obra de Santiago Cusmano, tras la consecución de un premio de teología, denominado “Premio de Teología de la Caridad y la Solidaridad. En memoria de Mons. Nervo y Mons. Pasini «, organizado y promovido por la Caritas Italiana, la Secretaría General de la CEI, la Fundación» E. Zancan” y la Diócesis de Padua. Te presentamos un extracto del texto:

«Cusmano fue verdaderamente un pater pauperum (padre de los pobres). La Asociación Bocado del Pobre (constituida en 1868) se encuentra en la cúspide de su intervención social y benéfica. El objetivo práctico y pastoral es, desde el principio, reservar un doble «bocado» para los pobres, en estrecho vínculo entre ellos: el de los alimentos materiales, tomados de los platos ya puestos en la mesa en los hogares de las familias de Palermo y destinados a llenar el plato de los indigentes; y el espiritual de la Eucaristía, por el que Jesucristo se hace a sí mismo el pan de vida eterna para todos (cf. Jn 6,51).

Un «bocado», por tanto, con un resultado sacramental, que, en la mente de Cusmano, es sobre todo obra de la gracia divina, destinada a salvar a los pobres beneficiándolos, pero también a salvar a los ricos con el ejercicio de la caridad cristiana ofrecida, en beneficio de los necesitados y desposeídos, santificándose mediante el humilde servicio a Jesús Pobre. Un servicio realizado por el Beato entre las omnipresentes dificultades económicas y las crisis espirituales personales, con una entrega, casi una obstinación – siempre alentada por su padre espiritual – y un sorprendente espíritu de sacrificio: a quienes lo exhortaron, de hecho, en los años ochenta. Siglo XIX, cuando fue hospitalizado, era médico, dadas sus problemáticas condiciones de salud, respondió: «No puedo, los pobres me esperan». Para él, era como decir: “No puedo, Cristo me espera” […] La presencia salvífica del Señor se hace real y tangible en la carne de los pobres. De ahí la peculiar teoría teológica de la vida de Cusmano: «Los Pobrecillos son para nosotros objetos de culto y la pobreza un sacramento». El servicio a favor de los pobres, en consecuencia, se convierte en una acción sagrada, privilegiada y dadora de gracia para quienes lo realizan. Por tanto, el Beato enseña que la salvación pasa siempre por los pobres» (págs. 189-190).

Profesora Lorella Parente

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